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la noble tarea que ha venido realizando desde entonces. Yo pas� una ma�ana en el quirófano con
�l y, de los tres hombres que operó, reci�n llegados, dos hab�an venido en el mismo barco que yo.
En todos estos casos, la enfermedad solamente hab�a atacado en un punto. Uno ten�a una �lcera
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perforante en el tobillo, bastante avanzada, y el otro padec�a una afección similar, tambi�n
bastante avanzada, bajo un brazo. Ambos pacientes presentaban �lceras en estado avanzado
porque hab�an vivido fuera de la colonia y no hab�an sido tratados a tiempo. En ambos casos, el
doctor Goodhue pudo detener inmediatamente la afección y al cabo de cuatro semanas esos dos
hombres se sentir�an igual de sanos que antes de contraer la enfermedad. La �nica diferencia entre
ellos y usted o yo es que ellos tienen la enfermedad en estado latente y que en el futuro podr�a
volver a atacarles.
La lepra es tan antigua como la historia. Encontramos referencias a esta enfermedad en los
manuscritos m�s antiguos que se conocen. E incluso hoy en d�a seguimos sin saber mucho m�s
acerca de ella que en aquellas �pocas. En la antig�edad solamente se sab�a que se trataba de una
enfermedad contagiosa y que lo mejor era aislar a los enfermos. La �nica diferencia entre entonces
y hoy en d�a es que ahora el aislamiento se realiza de forma m�s estricta y se trata a los enfermos
de forma m�s humanitaria. Pero la lepra en s� contin�a siendo horrible y est� rodeada por un
profundo misterio. Leyendo las citas de m�dicos y especialistas de todo el mundo se llega a la
conclusión de que se trata de una enfermedad desconcertante. Los especialistas en lepra no suelen
ponerse nunca de acuerdo. No saben lo suficiente. En el pasado se hab�an efectuado algunas
generalizaciones poco menos que imprudentes, pero ya nadie generaliza. La �nica generalización
en que coinciden los investigadores es que la lepra es poco contagiosa. Pero desconocen la forma
en que se produce el contagio.
Han aislado el bacilo de la lepra; pero siguen sin descubrir la v�a que emplea este bacilo para
entrar en el organismo de una persona sana. Tampoco se sabe la duración del per�odo de
incubación. Han intentado contagiar a animales de diversas especies a base de inocularles el
bacilo, pero nunca ha habido �xito.
Estan intentando dar con un suero que les permita combatir la enfermedad. Y por el momento
no han conseguido dar con nada que la cure. A veces han soplado vientos de esperanza, teor�as de
todo tipo, y curas sorprendentes; pero al final, la oscura realidad ha vuelto a apagar la llama de la
ilusión. Un m�dico insist�a en que la lepra estaba causada por el consumo continuado de pescado,
y demostró su teor�a en varios �mbitos, hasta que un m�dico de los altiplanos de la India se la echó
por tierra al preguntarle por qu� en su región tambi�n hab�a lepra si aquellas gentes jam�s com�an
pescado ni lo hab�an comido en muchas generaciones. De repente, alguien empieza a tratar a los
leprosos con un cierto tipo de b�lsamo o medicamento y afirma que sus pacientes se curan, pero al
cabo de cinco, diez, o cuarenta a�os vuelve a manifestarse la enfermedad en ellos. El hecho de que
la enfermedad pueda permanecer en estado latente durante largos per�odos de tiempo es lo que
hace que tantas veces se haya cre�do dar con la cura definitiva. Pero lo que s� es cierto es que: por
el momento no se conoce ning�n caso de curación total y verdadera.
La lepra es ligeramente contagiosa, pero �hasta qu� punto lo es?
Un m�dico austriaco se inoculó el bacilo a s� mismo y a sus ayudantes, y no contrajeron la lepra.
Pero tampoco pueden ex traerse conclusiones precipitadas. Hubo un famoso caso de un asesino
hawaiano al que se le conmutó la pena de muerte por cadena perpetua con la condición de dejarse
inocular el Bacilus leprae. Alg�n tiempo despu�s de la inoculación le aparecieron los primeros
s�ntomas de la enfermedad y murió leproso en Molokai. Pero esto tampoco prueba nada, pues se
descubrió que en la �poca en que fue inoculado muchos miembros de su familia ya padec�an la
enfermedad y viv�an en Molokai. Podr�a haber contra�do la enfermedad de ellos, y quiz� cuando lo
inocularon ya se hab�a contagiado y ten�a la lepra en ese misterioso per�odo de incubación.
Luego est� el caso de ese h�roe de la Iglesia que fue el padre Damien; llegó a Molokai
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