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 D�gale que no es preciso apresurarse. Es m�s conveniente que no tenga prisa.
Salgamos.
15.- Sentimos haber enredado las cosas
Johnnie deseaba estar presente en la conferencia, pero se opusieron terminantemente.
Estaba hospedado en el Hotel Universal, donde ocupaba una serie de habitaciones que le
hab�an sido destinadas. Jugaba al ajedrez con su guardaespaldas, cuando se presentó
Betty Sorensen en compa��a de la se�orita Myra Holtz, agente de la Sección de
Inteligencia del Departamento Espacial, que ocultaba su profesión polic�aca bajo una
agradable apariencia. Las instrucciones dadas por Henry Kiku respecto a Betty hab�a
sido: �No )e quite ojo de encima. Siente predilección por las emociones fuertes�.
Los dos guardianes se saludaron; Betty dijo:
 Hola, Johnnie. �Por qu� no has ido a la reunión de jefazos?
 No me han dejado.
 A m� tampoco.  Miró a su alrededor . �Dónde est� la duquesa?
 De compras. Y sigue sin hablarme. Se ha comprado diecisiete sombreros. �Que te
has hecho en la cara? Betty se volvió hacia el espejo.
 �Te gusta? Se llama �Contorno Cósmico� y es la �ltima moda.
 Pareces una cebra con el moquillo.
 Bah, eres un pat�n. Ed, a usted le gusta, �verdad? Ed Cowen levantó la mirada del
tablero y se apresuró a responder:
 Yo no entiendo de eso. Mi mujer dice que no tengo gusto.
 La mayor�a de los hombres no lo tienen. Johnnie, Myra y yo hemos venido para
invitaros a dar una vuelta por la ciudad. Cowen respondió:
 No apoyo esa idea, Myra.
 Fue de ella  respondió Holtz. John Thomas dijo a Cowen:
 �Por qu� no? Estoy harto de jugar al ajedrez. Ver�s..., es que tengo que
mantenerme en contacto con la oficina. Pueden llamarme en cualquier momento.
 Tonter�as  intervino Betty . Llevas un cuerpófono. Y Myra tambi�n.
Cowen meneó la cabeza.
 �Acaso estoy arrestada?  insistió Betty . �O lo est� Johnnie?
 Pues..., no. Se trata de una custodia protectora.
 Entonces, puede seguir custodi�ndole protectoramente en cualquier otro lugar. Si no
quiere, puede quedarse aqu�. Vamos, Johnnie.
Cowen miró a la se�orita Holtz; �sta respondió lentamente:
 Supongo que no hay nada que objetar, Ed; nosotros estaremos con ellos.
Cowen se encogió de hombros y se levantó. Johnnie le dijo a Betty:
 No voy a presentarme en p�blico contigo mientras vayas pintarrajeada de ese modo.
L�vate la cara.
 �Pero, Johnnie! Tard� dos horas en maquillarme.
 Lo pagaron los contribuyentes, �no es verdad?
 Bueno, s�, pero...
 L�vate la cara. O no vamos a ninguna parte. �No le parece, se�orita Holtz?
La agente especial Holtz sólo llevaba un dibujo floral que le adornaba la mejilla
izquierda, adem�s del color acostumbrado. Dijo con expresión pensativa:
 La verdad es que Betty no lo necesita. A su edad no le hacen falta esos afeites.
 �Oh, sois un par de puritanos!  dijo Betty con acritud, sacando la lengua a Johnnie y
meti�ndose en el ba�o. No tardó en salir de �l con el rostro colorado a causa del fregoteo
a que lo hab�a sometido . Ahora ya estoy en cueros. V�monos.
Hubo otra pelea en el ascensor, que ganó Ed Cowen. Subieron a la azotea para tomar
un taxi a�reo en lugar de bajar a la calle.
 Vuestras caras, chicos, han aparecido demasiado en los periódicos estos �ltimos
d�as. Y en esta ciudad hay muchos chismosos y fisgones. No quiero que ocurran
incidentes.
 Si no les hubiese dejado que me coaccionasen, mi cara hubiera sido irreconocible 
saltó Betty.
 Pero la de �l, no.
 Hubi�ramos podido pint�rsela tambi�n. Cualquier cara de hombre mejora con el
maquillaje.
Pero accedió a entrar en el ascensor, y tomaron un taxi a�reo.
 �Adonde vamos?  preguntó el conductor.
 Oh  dijo Cowen , d� unas vueltas por encima de la ciudad, y ens��enos vistas
bonitas. Un paseito de una hora, �comprende?
 Usted manda. Puedo volar sobre la avenida de los Soles. Hay un desfile, o algo
parecido.
 Ya lo s�.
 Mire  intervino Johnnie , ll�venos al espaciopuerto.
 No  enmendó Cowen . All� no.
 �Por qu� no, Ed? Todav�a no he visto a Lummox. Me gustar�a echarle una miradita.
Puede no estar bien.
 Eso es lo �nico que no puedes hacer  le dijo Cowen . La nave de los hroshii est�
en la zona militar.
 Bueno, pero puedo verlo desde el aire, �no?
 �No!
 Pero...
 No discutas  le aconsejó Betty . Tomaremos otro taxi. Yo tengo dinero, Johnnie.
Hasta luego, Ed.
 Escuchen  se quejó el chofer . Les llevar� a Tombuct�, si lo desean, pero no
puedo estar parado sobre una azotea de aterrizaje. Los guardias me amonestar�n si lo
descubren.
 Dir�jase al espaciopuerto  dijo Cowen resignado.
La extensa zona asignada a los hroshii estaba rodeada por una barrera, abierta
�nicamente por el lugar por donde hab�a salido su delegación para pasar a la avenida de
los Soles, y aun all� la barrera continuaba en otras dos que se prolongaban paralelamente
a ambos lados de la avenida, en dirección al edificio donde se hab�a celebrado la
conferencia. En el interior del recinto la nave de desembarco de los hroshii permanec�a
agazapada. Era de feo aspecto y casi tan grande como una astronave terrestre. Johnnie
la miró y pensó cómo ser�a su vida en Hroshijud. Esta idea le produc�a desazón, no
porque tuviese miedo ante la perspectiva, sino porque a�n no le hab�a dicho a Betty que
se iba. Hab�a empezado a dec�rselo un par de veces, pero en ninguna de ellas consiguió
terminar.
Y puesto que ella no hab�a abordado el tema, presum�a que lo ignoraba.
Hab�a otros mirones en el aire, y una multitud no muy compacta en la parte exterior de
la barrera. Nada nuevo, por asombroso que fuese, reten�a por mucho tiempo la atención [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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